El
hermano pequeño se lo recomendaba a su padre para que viese la película con su
hermana mayor. Papá, esta película la tienes que ir a ver con ella. La película
a la que el hermano pequeño hacía referencia era “ El cisne negro”. La película
interpretada por Natalie Portman cuenta la historia de una joven bailarina
ambiciosa, casi codiciosa en busca de la perfección en la danza. El muchacho
que recomendaba a su padre la película lo hacía con la intención de que su
hermana rebajase sus ansias de perfección.
La perfección, por inexistente y por inalcanzable nunca es rentable. La perfección, si vemos la película “El cisne negro”, nos lleva a la conclusión de que la perfección es sinónimo de codicia y esta suele llevar a la destrucción. Se observa a los padres que quieren hijos perfectos y a los hijos y quieren padres perfectos. La búsqueda de la perfección supone un delirio de control. Nada es controlable a un 100 × 100. Si así fuese, este mundo sería de lo más aburrido y esta vida sería de lo más monótona. Bendita incertidumbre.
El psicólogo Barry Schwartz lo explica muy bien cuando manifiesta que hay que tomar decisiones “no perfectas, sino que sean suficientemente buenas”. Hoy día pretendemos que nuestros universitarios sean perfectos. Y la multiplicidad de opciones no facilita ese camino precisamente. Un ejemplo lo vemos en la vida universitaria. Al inicio de los tiempos de la universidad solo había unas posibilidades: derecho, medicina, leyes, filosofía y teología. Actualmente uno puede estudiar todas esas titulaciones y cientos más. Obviamente en nuestro tiempo no es tan fácil decidir como antes. Sin embargo, una forma fácil de decidir es el criterio que recomienda este psicólogo: tomar decisiones suficientemente buenas.
En una ocasión estaba asesorando a un grupo de jóvenes emprendedores que tenían que presentar su proyecto de inversión a potenciales inversores. Uno de los jóvenes manifestaba que su presentación tenía que ser perfecta. Cuando le pedí que me dijese una definición de presentación perfecta no supo muy bien qué contestar. La presentación perfecta, la empresa perfecta, el proyecto perfecto no existe porque las personas no somos perfectas. Una psicóloga me lo explicaba muy bien. “Guillermo, no hay vidas perfectas pero hay vidas muy buenas y están en este mundo”.
Si no eres una persona perfecta, alégrate de ello. Mejorar es una cosa, querer la perfección es para hacérselo mirar.
Guillermo Sánchez Prieto |
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