Hace tiempo conocí a un grandísimo pedagogo llamado Pedro Morales.
Recibí un curso suyo como profesor de la Universidad Pontificia Comillas de
Madrid. Nos enseñaba técnicas y estrategias de evaluación. Sencillamente
clarividente al tiempo que apasionante.
Una de las estrategias que nos enseñaba era sencilla para “controlar“ la
asistencia a clase. Le llamaba “one minute paper” (trabajos de un minuto).
Consistía en que al final de la clase pidas a tus alumnos que escriban en un
papel lo que más les ha gustado y lo que menos de esa sesión que acababa.
Aquello me sugirió una idea para el final de curso. Hacer lo mismo en mi
asignatura de negociación pero con un poco más de tiempo y al terminar el año
lectivo. Pero no para controlar, sino para aprender de ellos.
Hará unos cuatro años que vengo desarrollando esta técnica con mis propios estudiantes. Es muy sencilla. Consiste en pedirles que escriban en un papel lo que más les ha gustado del curso y lo que menos. Además les solicito que escriban qué es lo más relevante que han aprendido. Específico que pueden decir lo que les ha gustado y lo que no tanto sobre la signatura, sobre mi estilo de enseñanza o sobre mí como persona.
Puede ser muy duro a veces. Pero también te hace mejor docente, asegurado. Leer afirmaciones como que uno ha de comunicar mejor los cambios de clase, que el sentido del humor puede ser un asunto delicado (sobre todo cuando hay diferencias culturales pues el grupo tiene una gran diversidad de nacionalidades) o que tal o cual concepto no ha quedado claro, es necesario escucharlo o leerlo.
Hará unos cuatro años que vengo desarrollando esta técnica con mis propios estudiantes. Es muy sencilla. Consiste en pedirles que escriban en un papel lo que más les ha gustado del curso y lo que menos. Además les solicito que escriban qué es lo más relevante que han aprendido. Específico que pueden decir lo que les ha gustado y lo que no tanto sobre la signatura, sobre mi estilo de enseñanza o sobre mí como persona.
Puede ser muy duro a veces. Pero también te hace mejor docente, asegurado. Leer afirmaciones como que uno ha de comunicar mejor los cambios de clase, que el sentido del humor puede ser un asunto delicado (sobre todo cuando hay diferencias culturales pues el grupo tiene una gran diversidad de nacionalidades) o que tal o cual concepto no ha quedado claro, es necesario escucharlo o leerlo.
Por el contrario, resulta gratificante y le anima a uno ver que va en la buena dirección cuando lees cosas como: “gracias a esta asignatura he decidido realizar algunos cambios vitales”, “gracias a esta asignatura he conseguido tener una mejor relación con mi pareja”, “lo que me has me gustado ha sido que no se utilice PowerPoint, el método enseñanza, la participación del alumnado” etc.
Una vez que tengo estos valiosísimos documentos de los estudiantes, los dejo “Dormir el sueño de los justos”. Y unos 15 días antes de que empiece el siguiente semestre los leo y procuro implementar todos los cambios que me recomiendan.
Esta práctica la llevo acabo tanto en mis actividades como profesor universitario como en Grupo BLU. La he sugerido a otros formadores y la utilizan también en sus cursos con un gran éxito de acogida.
Nada como enfrentarte a la opinión de tus estudiantes. Nada como conocer qué opinan de ti y de tu asignatura de verdad. ¿Qué ha sucedido? Que año tras año soy mejor en mi profesión. Así de sencillo.
Guillermo Sánchez Prieto |
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