Un humilde ebanista, de un pueblo de Toledo llamado Consuegra, era un personaje
popular en su localidad. Su taller céntrico era un lugar de paso para muchos
vecinos. Al ser un personaje de gran simpatía todo el mundo pasaba por allí
saludaba y más de uno iniciaba la conversación. Más de uno, también impedía que
Dionisio llevase acabo su tarea. Día tras día recibía, con menos agrado cada
vez, las visitas de sus convecinos. Cada día salía más tarde su trabajo.
Decidió poner fin a este estado, con una sencilla medida. Tomó un gran tablón
de madera en el que con su cincel escribió: “ las visitas no molestan, pero
entretienen”. De esta manera daba a entender que le agradaba saludar a sus
amistades pero que cuando se trabaja hay prioridades.
Inventar
una excusa no es la mejor manera, ni es muy asertiva, pero puede ser
lícito. Sin embargo, muchas veces
podemos sentir culpabilidad después de mentir, o lo que es peor, incluso, nos
pueden pillar.
Cuando
tienes claridad sobre los objetivos que has de conseguir, el resto es algo
accesorio. Lo cierto es que eso lo sabes tú, pero no tus visitas, sean
telefónicas, presenciales o electrónicas. Dicho de otro modo, las personas que
pasan por tu despacho no saben si para ti es prioritario o no comentar el
último chisme de la oficina o el partido de fútbol de ayer. Precisamente, la
asertividad es una capacidad que se revela esencial para poder manifestar esta
prioridad sin crear conflictos. Ser una persona asertiva brinda la oportunidad
de ser una persona efectiva.
Cuando
veas el peligro del compañero de trabajo con ganas de conversación, cuando
tú no la tienes, puedes emplear cualquiera de estas seis medidas:
- Utiliza el humor. Cualquier chiste que se te ocurra, de buen gusto, puede ser una forma de cortar el paso con elegancia y respetarte a ti y a tu agenda. Esta técnica es especialmente útil cuando el asunto que te traen no es relevante ni urgente.
- Convoca una reunión. Si ves que es un asunto serio y quieres darle un espacio y un tiempo convoca una reunión con esa persona.
- Explicar por qué no puedes. Decía el torero “lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible” Pues eso. Si tienes un motivo poderoso empléalo, sin duda.
- Seguir a lo tuyo. Puede ser otra posibilidad, aunque un tanto descortés, que también funciona. Sigue atento a tu pantalla del ordenador o a tus papeles.
- Exagera un poco. El típico “estoy hasta arriba de trabajo” también puede ser un recurso lícito, un tanto falaz, pero justificable en un momento dado.
Que
las visitas invadan tu despacho será posible si tú se lo permites. Feliz
asertividad, feliz efectividad.
Guillermo Sánchez Prieto
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