El primer debate competitivo que se
llevó a cabo en España fue organizado por Miguel Ortega quien comandaba la
primera Sociedad de Debates de España, la Sociedad de Debates Complutense. Fue
el 24 de marzo de 1994. Ocho estudiantes universitarios tuvimos la fortuna de
estar ahí. No sé si la fortuna o la mala suerte: el formato era poco dinámico,
la preparación escasa y la resolución no estaba acotada como se hace hoy en día,
era un simple a favor o en contra. Pero ahí estábamos ocho universitarios
entusiasmados de poder opinar y compartir lo que habíamos aprendido e
investigado. La verdad es que nuestra técnica era bastante mejorable.
23 años después asisto al II Torneo de Debate "Colegio Sagrado Corazón de Jesús" de Madrid. Un torneo de 16
equipos escolares de toda España. En dicho torneo Grupo BLU actuaba como
patrocinador y como tal, me invitaron a participar como juez en algunos debates. Me quedé
gratamente sorprendido del alto nivel de los equipos que tuve que juzgar. Los
argumentos eran de un buen nivel filosófico y expresados con mucha seguridad
aunque en ocasiones también con falta de naturalidad. Sin embargo, y a pesar de
todas las críticas que se pudieran hacer, ojalá lo hubiésemos podido hacer así
de bien entonces hace 23 años.
Todo el movimiento de debate que se está
generando en España representa una puerta de entrada para un futuro mejor. Hoy
día en España se anima a que las personas abran sus propios negocios y
empresas, se conceden ciertas ayudas fiscales, se organizan espacios para
emprendedores con todo tipo de subvenciones y facilidades. Pero ¿cómo
pretendemos que la gente emprenda si ni siquiera les damos la palabra cuando
están en el colegio? ¿Cómo van a montar una empresa si no se atreven ni hacer
una pregunta a su profesor? Necesitamos
debatir como forma de tomar la palabra y crecer.
Las actividades de debate consiguieron
que Estados Unidos fuese lo que es hoy en día. De hecho la literatura
científica así lo corrobora. El artículo científico Competitive speech and debate: how play influence American educational
practice de Michael D. Bartanen y Robert S. Littlefield
explica cómo el debate, especialmente
hasta los años 30, fue una fuente de socialización, creación de capital social,
empowerment social, además de generación
de un basto conocimiento académico. ¿Queremos lo mismo para el mundo
hispanohablante? Pues apostemos en nuestras escuelas por el debate.
Guillermo A. Sánchez Prieto