Todo aquel que haya visto la película Gladiador habrá
reconocido en el personaje encarnado por Russell Crowe a un auténtico líder.
Son muchas las escenas de la película que reflejan el verdadero carácter de un
líder así como muchas de sus características. En algunas escenas se puede
percibir mejor el liderazgo, en otras la capacidad comunicación, la toma de
decisiones, etc.
Sin embargo, hay una escena que me cautivo
especialmente por la fortaleza que trasmitía el personaje. En la película, el
“malo“ es el Emperador Cómodo interpretado magníficamente por Joaquín Phoenix.
Su envidia y rencor hacia Máximo, debido a su popularidad como gladiador es
tal, que intenta acabar con él por medios “legales“. Después de haberle sometido
a durísimas pruebas en la arena del Coliseo, el gladiador resulta triunfante lo
cual provoca la ira del emperador. Éste baja a la arena y entabla una
conversación con Máximo. En el vídeo podemos ver la escena y a continuación
entenderemos el porqué del comportamiento de este líder.
Puesto que Cómodo no ha sido capaz de acabar con la
vida de Máximo, decide pulsar la rabia de este apelando a sus emociones. Así la
intención del emperador consiste en desestabilizar psicológicamente a Máximo y
que este intente matarle. Así, el emperador tendría motivos justificados para
acabar con la vida del Gladiador.
Si lo pensamos detenidamente en muchísimas ocasiones
hemos sido los gladiadores de esta escena así como en muchas otras habremos sido
los emperadores de esta escena. Un concepto clásico que manejaba Marco Aurelio
el emperador romano, que casualmente aparece en esta película, es el del daño y
la ofensa. Así, cuando alguien intenta hacernos daño con sus ofensas, de
nosotros depende que esa persona salga triunfante o no. Si le replicamos con
otra ofensa, entonces le habremos demostrado que ha conseguido su objetivo
puesto que nos ha hecho daño. Marco Aurelio lo explicaba mejor que yo cuando
afirmaba “la mejor manera de vengarte de
tu enemigo es no parecerte a él“. En esta meditación Marco Aurelio
explicaba que si de verdad quieres vengarte de alguien a quien consideras
enemigo, lo mejor que puedes hacer es alejarte lo máximo posible de esa persona
tanto física como emocional y espiritualmente. En definitiva no seas como esa
persona. Y para no ser como esa persona lo mejor es no actuar como esa persona.
La asertividad nos enseña que no tenemos por qué aceptar todas las premisas de los demás así como los
demás no tienen por qué aceptar todas nuestras premisas. Que tenemos
derecho a defendernos y a defender lo nuestro. Pero que tampoco podemos caer en
el recurso fácil de la agresividad. Si somos agresivos o nos comportamos de
manera agresiva estaremos legitimando al otro para que haga lo mismo. Así que
sigamos las enseñanzas de Marco Aurelio junto con las de Manuel J. Smith en su
magnífico libro “Cuando digo no me siento culpable”. En este texto nos
enseñarán cómo manejar las situaciones más difíciles de la manera más asertiva
posible. Una lectura esencial para una actitud fundamental en la vida, la
asertividad: la ausencia de comportamiento agresivo o pasivo pero sobre todo el
respeto a uno mismo.