El psicólogo Víctor Frankl lo explicaba con suma claridad cuando
afirmaba en su libro El hombre en busca
de sentido que las personas recluidas en los campos de concentración nazi
elegían vivir todos y cada uno de los días hasta que los incineraban o los
fusilaban, si antes no morían de hambre. La posibilidad del suicidio estaba al
alcance de cualquiera. Bastaba con acercarse a la alambrada y los vigilantes
dispararían a matar sin pensarlo. Fin de la historia. Sin embargo, las personas
elegían vivir, en unas circunstancias miserables, pero elegían vivir. La
ilusión, los placeres y hasta el sentido del humor eran posibles en una
situación de vida tan extrema como la de los campos de exterminio.
En palabras
del propio Frankl, “la historia nos brindó la oportunidad de conocer al hombre
quizá mejor que ninguna otra generación. ¿Quién es en realidad, el hombre? El
ser que siempre decide lo que es. Es el ser que inventó las cámaras de gas,
pero también es el que entró en ellas con paso firme y musitando una oración”.
Víctor Frankl nos desvela el día a día del hombre, su misión vital y cómo
cumplir con esa misión a través de la facultad de decidir. Simplemente, vivir
es decidir.
Ya que estamos eligiendo vivir, trabajar, convivir, seamos conscientes
de estos elementos:
- Que estamos decidiendo continuamente
- Que queremos decidir o no.
- Que es mejor saber cómo decidir
En cierta ocasión, un amigo me pidió consejo sobre si debía casarse o
no con su novia. No supe muy bien qué decirle. Él pedía consejo a la persona
menos indicada sobre esa cuestión y fui yo quien se llevó una lección de vida
cuando sentenció: “cómo me gustaría ser viejo y tener todas las decisiones
tomadas”. Pensé que ni
siquiera siendo anciano tendría sus decisiones tomadas. Incluso siendo un
anciano tendría que decidir qué hacer cada día con su vida. Vivir es decidir.
Hoy se encuentra felizmente casado con otra mujer y es padre de dos preciosas hijas.
Si decidimos vivir, esto es, emprender proyectos, formar una familia… hagámoslo con todas las
consecuencias, no las buenas y las malas, sino las que nos gustan y las que no.
Si decidimos vivir hagámoslo con la coherencia de que vivir es tener que resolver problemas y que vivir plenamente es querer afrontar problemas y
arremangarse para ponerse manos a las obra.
Guillermo Sánchez Prieto
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