martes, 3 de octubre de 2017

¿RECLAMACIÓN O REVISIÓN?

 
Con el comienzo del curso escolar, tanto en niveles obligatorios como universitarios, nos viene a la mente los temidos, sempiternos e inevitables exámenes. Aún es pronto para pensar en ellos. Pero son el instrumento de muchas materias para de evaluar los conocimientos y procedimientos que cualquier alumno ha adquirido a lo largo de un periodo de aprendizaje.

Con el advenimiento del Plan de Convergencia Universitaria Europea, también conocido como Plan Bolonia, los planes de estudio y la forma de evaluar han variado sustancialmente respecto a otras épocas. Pero no es menos cierto que exámenes, como siempre los hemos entendido, todavía existen. Y no son pocos los profesores que siguen haciendo uso de este instrumento para que sus alumnos demuestren todo lo aprendido a lo largo de un semestre. Es decir, todavía nos tenemos que enfrentar al papel en blanco con nuestro lapicero cargado de nervios e incertidumbre para pasar esa temida asignatura. Pero los nervios y ansiedad que genera esta actividad es otro capítulo del que hablaremos en su momento.


Hoy quiero centrarme en lo que sucede tras una prueba. Y me refiero a las conocidas reclamaciones de exámenes. Comentándolo con un buen compañero y mejor amigo, hacíamos una reflexión sobre lo equivocado de la terminología. Ya que nos hemos acostumbrado a hablar de reclamación y no de revisión de exámenes, que sería el termino más apropiado. Y particularmente de la actitud ante la que muchos de nuestros alumnos encaran este derecho. ¿Pedir o dar? Cuando alguien reclama un examen con actitud de pedir, en cierta medida está presuponiendo que el profesor se ha equivocado. Que ha cometido un error de precisión y que el trabajo del alumno no se ha visto recompensado proporcionalmente a su esfuerzo invertido. Quien pide reclamar, está suplicando esa media milésima de punto que le puede salvar del fracaso total. O una injusta recompensa a una pobre gestión de la materia. Todo profesor es susceptible de cometer errores en sus correcciones. Pero dar por hecho que el profesor manifiesta una incapacidad manifiesta para evaluar el trabajo que ha transmitido durante un semestre es poner en duda su profesionalidad.


Por otro lado, aproximarse a una revisión de examen con actitud de dar, de ofrecer lo mejor de cada uno ante el docente que ha evaluado, dirá mucho de ese alumno. Demostrará su interés por mejorar y ampliar sus expectativas y compromiso ante esa asignatura. Asumir los errores y prestar atención en los posibles fallos para mejorar en el siguiente examen, es una actitud constructiva y propia de una persona madura. Así que, ojalá no se de el caso, suspendas tu próximo examen y ejerzas tu derecho de revisión, piensa…¿vas a pedir o a dar?

 David Gómez Sanz, colaborador en Grupo BLU
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